Jane Eyre - Charlotte Brontë

Clásico imprescindible, digno de ser leído, de esas obras capaces de hacerte crecer, reflexionar, mejorar, aprender. A partir de su lectura se convertirá en referente indiscutible, supone un punto de inflexión entre lo leído y lo por leer. Deja un listón muy alto, tanto para obras del mismo género, de la misma época e incluso para otros clásicos en general.

Publicada en 1847, la historia de la joven institutriz que ha de ganarse la vida teniéndolo todo en contra traspasa el papel y cala en lo más profundo del lector. Leer la novela supone acompañar a su protagonista en un viaje en continua lucha, donde rendirse no es una opción.

La prosa de la autora es deliciosa, con diálogos inteligentes, citas para enmarcar, descripciones que crean una atmósfera única y capítulos que destilan elegancia. La suma de ingredientes produce deleite.

"Le contemplé, experimentando un agudo y a la vez doloroso placer en hacerlo: el placer que pueda experimentar quien, sintiéndose envenenado, bebe, a sabiendas, el dulce veneno que le lleva a la tumba."

 Gran parte de la esencia de esta novela radica en la fuerza de su protagonista que afronta las dificultades con determinación y asume las alegrías con humildad. Marcada por la muerte de sus padres, maltratada y abandonada por su familia y criada en un orfanato, Jane Eyre se construye a sí misma. No posee belleza ni riquezas, pero sí una mente clara y un corazón puro.

El amor sobrevuela toda la novela. El amor que se pierde, el que se espera, el que despierta, el que se oculta, el que confunde, el que se siente. El amor que subyace en lo más profundo de las personas, ese que aflora cuando dos almas conectan y se funden en una sola.

Asistimos al encuentro de dos seres que estaban incompletos hasta que sus caminos les unieron. No es la edad, no es la apariencia, no es el capital ni la procedencia, lo que determina que nazca la magia es un misterio que quizá sólo la luna, curiosa protagonista del desenlace, sepa con certeza.